Enfermera española Teresa Romero se cura de ébola: “Si mi sangre sirve para curar a otros, aquí estoy”  

La auxiliar de enfermería, Teresa Romero de 44 años, quien estuvo grave después de haber contraído el virus de Ebola salió del hospital Carlos III de Madrid tras superar este mal, esto obligo a la enfermera que estuviera aislada un poco más de un mes.

“No sé qué fallo, ni siquiera sé si algo fallo, solo sé que no guardo ningún rencor ni reproches” manifestó Romero a la salida de su cuarentena. También leyó un comunicado donde da las gracias al equipo médico que estuvo con ella durante todo este proceso atendiéndola.

Explico que agradece de alguna forma el haberse contagiado ya que gracias a su infección y el desarrollo de la misma se informó realmente sobre la enfermedad, que no la habían tomado tan enserio en el occidente hasta que llego.

“Me ofrecí como voluntaria sin saber si pondría en riesgo mi vida, pero creo que no ha sido en vano” dijo la auxiliar al mencionar que había adquirido el virus cuando atendía al misionero español afectado con fiebre hemorrágica, cuando llego de Sierra Leona el pasado mes de Septiembre y quien falleciera a finales del mismo mes.

“Pero si mi contagio sirve para algo, ya sea profundizar más sobre la enfermedad o mi sangre sirve para curar a otras personas, aquí estoy”. Aseguro la paciente sentada en una silla de ruedas y con signos todavía de debilidad después de estar hospitalizada un mes.

Los médicos admitieron que hubo momentos que temieron por la vida de la paciente o que el resultado no iba a ser el esperado, recordando que es un virus con una alta tasa de mortalidad. Sin embargo cuando los contagiados se recuperan, ya no exponen riesgo de contagio, aseguraron los médicos.

Teresa pudo salvar su vida pero no así la de su mascota, su perro excalibur, quien fuera sacrificado por las autoridades días después de que se confirmara el contagio de la trabajadora de la salud.

Romero viajo a la residencia de su madre, Jesusa Ramos, junto con su marido Javier Limón donde fueron recibidos en la humilde vivienda del pueblo de Becerra en Galicia.