"Nada de aplausos. Nada de frivolidades. Esto es una Master Class. Esto es algo serio". Con estas palabras, Diana Bracho, vestida de Chanel de pies a cabeza, se postra sobre el escenario con autoridad y desde ese momento, Bracho -o la imagen que tenemos de la actriz- desaparece por completo. ¡Puf! Emerge ante el espectador la última gran diva: María Callas. El público presente se convierte en un grupo de estudiantes de Julliard en 1971, quienes están por presenciar una de las clases magistrales que la cantante de ópera dio en la famosa escuela de música del Lincoln Center en Nueva York unos años antes de morir sola en su apartamento en París.
En 1998, Bracho lideró la primera puesta de "Master Class" en México ante ovaciones de pie y un reconocimiento inusual del público, críticos teatrales, el intelectual Carlos Fuentes y el mismo autor de la obra, Terrence McNally. No era para menos. Es la obra teatral más icónica en el currículum de la actriz. Quizá algunos no lo recuerden o todavía no habían nacido, pero en aquella época si algun actor mexicano podía mezclar taquilla con calidad literaria en el teatro, esa era Diana Bracho. Tras "Entre Villa y Una Mujer Desnuda" y "Un Tranvía Llamado Deseo", llegó esta extraordinaria obra que superaba por mucho la versión de Broadway.
Bracho no es partidiaria de repetir personajes. Hace unos años, vimos por separado la reposición en Broadway encabezada por la actriz Tyne Daly, pero los dos palidecimos cuando la comentamos. Fue como ver aquella gloria de hace -entonces 11 años- hecha pedacitos. Quizá inconscientemente fue esa decepción lo que le empezó a mover a Diana el 'gusanito' de volverse a ponerse en la piel de Callas. Quizá telepáticamente motivamos a que Morris Gilbert (el productor), un día 15 años después amaneciera con la idea de reponer, o mejor dicho, estrenara una versión distinta de "Master Class". Era justo y necesario.
"No pienso mucho en que es un proyecto que se hizo hace 15 años", declara Diego Del Río, el director detrás de esta nueva puesta en escena. Francisco Franco fue el capitán de la primera versión. "Sé, por supuesto, de la magnitud y el éxito que fue, pero me gusta más pensar en mi necesidad de contar esta historia hoy, en el regalo que es hacerla con Diana y en las maravillas con la que nos encontramos cada ensayo y cómo Terrence McNally no deja de sorprendernos jamás. Es, como toda obra, un reto, un disfrute pero sobretodo, una necesidad. Si no, no la haría. Además, me encanta hablar de teatro o de arte dentro del teatro...", comenta el defeño.
Del Río no es ningún novato. Tendrá 27 años -recién cumplidos- pero en su currículum se encuentran desde producciones de teatro independiente como "Tribus" y "El principio de Arquímides", hasta éxitos taquilleros como "Espejos" (también con Bracho), "El Chofer y la Señora Daisy" y próximamente el musical "Casi normal". En el arte la edad no es sinónimo de experiencia. María Callas murió joven y a la edad de Diego ya era más grande que la vida. Hay una sensibilidad y una habilidad de comprensión dramática con la que se nace, no se hace. Algo que sin duda beneficiará esta puesta es que Del Río además es "virgen" al texto de "Master Class". Él sólo tenía 12 años cuando se estrenó en México la obra y no era apta para él. Es hasta ahora, cuando Morris Gilbert le dio este proyecto, que se empieza a empapar de la Callas.
Dice Bracho sobre él: "Es un director que encuentro excelente y con gran profundidad y otro ojo. Otra sensibilidad. Y yo soy la misma pero otra ¡después de 15 años! ¿Cómo explicar 15 años de vida?". Diana ha decidido dejar en un cajón a la Callas que personificó hace 15 años, aunque por supuesto, "Tengo mucha información ya en la piel. Pero cómo la vivo [la obra] es totalmente diferente. Tiene matices muy diferentes esta puesta".
"Trabajar con Diana Bracho es trabajar con un artista verdadero. Su pasión, compromiso, talento y generosidad son admirables. Disfruto mucho construir con ella", interviene Del Río, "Ella le da sentido, en el plano de lo real, a todo lo que la Callas plantea en la obra que debería ser un artista. Verla construir, verla trabajar, verla romperse a sí misma, frágil y fuerte, es una clase de actuación y de vida. Otra actriz se hubiera quedado acomodada en lo que sucedió hace 15 años. Con Diana no fue difícil, pronto soltó el pasado, pronto rompió para construir de cero. Está alcanzando unos lugares, unas sutilezas y una profundidad que son un deleite de observar, un deleite de acompañar y un deleite de guiar".
Uno de los aspectos en los que Bracho ha trabajado más es encontrar la voz de María Callas. "La voz de María es muy importante: era 'la mujer de las cien voces'. He escuchado muchísimas grabaciones de entrevistas con ella, y busco recrear, no imitar, el peso de su voz. Diego ha hecho mucho hincapié en que yo acentúe mi registro grave. Como Callas mi voz es mucho más grave que como Diana. También me ha pedido quitarle 'el romanticismo' a mi voz. La obra en inglés tiene una contundencia difícil de tener en español; son idiomas con sonidos muy diferentes. El inglés es más conciso. Hay que buscar eso en español. Además, ella hablaba un inglés con un acento muy personal, muy 'europeo', con algo de italiano, sin ser italiano. Hay que darle esa cualidad a la voz también. Y lograr que toda esa construcción suene 'natural' y 'verdadera'. Ahorita ya me es natural, nada forzado ni empujado. Hasta por teléfono contesto así", dice la actriz a Latin Times con una carcajada.
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En los ensayos previos a la obra, Diana Bracho ya usa los zapatos de la Callas y la inseparable mascada de Chanel es uno de los elementos externos que la hace entrar en personaje: "Me gusta en todas las obras ir incorporando los elementos reales: algo tan simple como aflojar los zapatos y hacerlos míos o usar la mascada y de verdad incorporarla en la acción. En el teatro todo tiene un peso escénico y hay que darle lugar a todo. Sobre mi mesita en los ensayos ya coloco: los lentes, las tarjetas, las partituras y las voy integrando a la acción".
Bracho está fascinada con esta nueva puesta en escena, la cual significa todo un reto. Ahora tiene 69 años de edad -cumplirá 70 representándola- y es aprenderse un monólogo de 80 páginas que no es nada sencillo. Hay muchas partes en italiano, hay una parte en la que incluso canta una estrofa, y le toca enfrentar los momentos más tristes de la Callas -la pérdida de Aristóteles Onassis- con los propios. Diana perdió apenas hace unos años el amor más puro: su esposo, quien era maravilloso. Pero también en estos 15 años Bracho se ha enriquecido aún más como actriz, y ha gozado la dicha de ser abuela por partida doble. Son 15 años más de vida, con subidas y bajadas, que aportarle al personaje.
"Master Class no es una obra sobre una cantante de ópera que va en decaída. Es una clase de vida, de cómo tenemos que vivir con pasión todo lo que hacemos", concluye Bracho. Y agrega Diego Del Río, para aquellos que sienten que las palabras 'ópera' o María Callas no les son muy atractivas: "Es una obra universal. Para mí esta obra habla de ser un artista verdadero y toma como pretexto a una de las más grandes de la historia para hablar del arte y del sacrificio que conlleva comprometerse con él. El texto en sí mismo es una clase de actuación o más bien de interpretación. Toma el universo del personaje en el que está inspirado el autor, que es el universo de la ópera, pero no es una ópera ni tienes que saber de ópera para entrar a la historia. Es una obra de teatro que habla de la entrega, del sentido de la vida, de la pasión, de las pérdidas, del amor y del arte".
"Master Class" abre el 8 de octubre en Ciudad de México en el Teatro Banamex y después emprenderá gira.
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